Sobrevivir a un daño cerebral adquirido es lo más parecido a volver a nacer; no sólo por el milagro que en no pocos casos supone, también porque, como las propias víctimas relatan, “es como partir de cero”. Esta es la historia de Jesús, Antonia, Emilio y Antonio. Historias de sufrimiento, pero también de satisfacción: la que da la recompensa de la lucha y la superación diaria.